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Durante el XVII se levantó la espléndida escalera y en el 1704 se concluyó el edificio con su monumental portada principal, obra de Lorenzo Fernández de Iglesias.
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En el solar del Palacio Arzobispal existieron unas termas romanas de las que se conservan una cámara abovedada con nichos de lo que podría ser el frigidarium y, probablemente, la pila del patio de los Naranjos. Su origen como residencia de los prelados hispalenses procede de la donación que realizó Fernando III el Santo al obispo Don Remondo en 1251 de “unas casas en la plaza de Santa María, su bodega, cocina, establo y una hortezuela dentro de las casas”. El palacio actual se edificó en la segunda mitad del XVI, momento en que se definió su planta en torno a sus dos patios. Durante el XVII se levantó la espléndida escalera y en el 1704 se concluyó el edificio con su monumental portada principal, obra de Lorenzo Fernández de Iglesias. Columnas pareadas profusamente decoradas sostienen un frontón roto en donde se abre un gran balcón con rica ornamentación rematado con una peana y dos jarras. |
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Junto con la del Museo de Bellas Artes representa el mejor antecedente de la obra maestra de las portadas barrocas sevillanas, la del Palacio de San Telmo. Durante la ocupación napoleónica de Sevilla (1810-1812), fue la residencia del Mariscal Soult. Entre los arzobispos de Sevilla destaca San Isidoro (540-600), autor de las Etimologías, que tuvieron una profunda influencia en la cultura medieval. El cardenal Marcelo Spínola (1835-1906) durante la hambruna de 1905 pidió como un mendigo limosna de puerta en puerta para los pobres. Juan Pablo II lo beatificó en 1987 junto a Sor Ángela de la Cruz (1846-1932), “la madre de los pobres”, fundadora de las Hermanas de la Cruz, siendo ambos de los personajes más queridos por los sevillanos del siglo XX. |