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La Torre del Oro fue la última gran obra que los musulmanes dejaron en la ciudad. Se levantó en el año 1220.
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La Torre del Oro fue la última gran obra que los musulmanes dejaron en la ciudad. Se levantó en el año 1220 y defendía el puerto como torre albarrana en el extremo de una coracha (elemento de la fortificación destinado a acceder al agua) frente a una torre al otro lado del río, hoy desaparecida. De torre a torre cruzaba una gruesa cadena que el Almirante Ramón Bonifaz rompería en 1248 con su barco durante el sitio de la ciudad. Tras el Descubrimiento de América en 1492, la torre dominaba el puerto por donde entraban las riquezas del Nuevo Mundo de cuyo tráfico disfrutaba Sevilla el monopolio. |
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En 1830, en tiempos del asistente Arjona, se derribó la coracha, quedando la torre exenta. Tras su primitivo uso defensivo ha tenido numerosos destinos, capilla, prisión, almacén de pólvora u oficina de correos, siendo actualmente Museo naval. La Torre del Oro debe su denominación, según el cronista Ortiz de Zúñiga, a que sus muros lo cubrían azulejos dorados, aunque otros se inclinan a pensar que el nombre deriva de su uso para albergar en él objetos valiosos. Tras la restauración que se efectuó en el 2005, se cree que la denominación podría derivar del tono dorado que le daba el enlucido de mortero, cal y paja. La torreta de remate se añadió en 1760 y la diseñó Sebastián van der Borcht durante el mandato del asistente Ramón Larumbe (1760-1767). |