En el Museo Arqueológico (1919), Aníbal González concluyó su personal recorrido por los estilos históricos en la Plaza de América con este enorme edificio neoplateresco. Incluye piezas de la Edad de Piedra, del Bronce, del Hierro, ibéricas, fenicias, cartaginesas, griegas y romanas, además de objetos paleocristianos, visigodos, islámicos y góticos.

En la colección destaca el tesoro del Carambolo. Es una extraordinaria obra de orfebrería en oro de la legendaria Tartesos inspirada en los modelos del Mediterráneo oriental. Lo componen una cadena con colgante, brazaletes, pectorales y placas de cinturón fechado en torno al 650 A.C., pertenecientes al ajuar funerario de un alto dignatario. De extraordinaria importancia es el conjunto de obras romanas, en su mayoría procedente de las excavaciones en Itálica. Entre estas, el Mosaico del Cortejo de Baco, la bellísima Venus de Itálica, la escultura de Mercurio, la Diana Cazadora o el retrato de Adriano cubierto por armadura con cabeza de la Medusa, etc.